En mis años de experiencia como médico en distintos contextos: servicios de urgencias, ambulancias, consultas de atención primaria, consultas externas, acompañamiento a alcohólicos y adictos a drogas, etc me he dado cuenta de algo. Lo que más ayuda al paciente, no son tanto los conocimientos que el médico tiene, si no su manera de ponerlos al servicio de éste y la forma de acompañarlo a transitar por la enfermedad y a mantener su salud.

En eso se basa la Medicina Cercana, una medicina “de tú a tú”, en la que el médico y el paciente se encuentran, se conocen y se vinculan.

Una relación entre iguales aunque a la vez cada una de las partes tiene un papel definido y diferente. Este enfoque de la medicina evoca, o así me lo trasladan mis pacientes, a la  “medicina de antes” en la que los médicos conocíamos a todo el conjunto familiar, conocíamos el contexto personal y laboral e incluso entrábamos y conocíamos el domicilio de la persona que acudía a solicitar ayuda.

Esa cercanía nos permite ver a la persona en un contexto global, no sólo físico, lo que posibilita un abordaje de los problemas de salud mucho más integral que tiene en cuenta también el ámbito emocional y el contexto vital en el que se encuentra la persona; pudiendo llegar a la raíz del problema de salud y no quedarnos sólo en el síntoma que aflora en la superficie.

Y esta medicina se sigue practicando hoy en día, con gran esfuerzo, porque sigue siendo absolutamente necesaria y primordial. Así lo he vivenciado y aprendido de la mano de mis compañeros en la zonas rurales del Norte de Córdoba. Pero este ejercicio, está en alto riesgo de desaparecer ya que tiene un insostenible coste personal y emocional para el profesional médico cuando desde los estamentos públicos no se ofrecen las condiciones necesarias para el desarrollo de esta labor.

La práctica de la medicina cercana va de la mano del respeto, lo que llamo Medicina Respetuosa. El respeto hacia la persona y hacia su propio organismo.

El respeto hacia la persona que tengo delante, respetar sus creencias, su manera de entender la salud y la enfermedad, entender su nivel sociocultural y su confianza en un determinado tipo de terapias.

Respetar la idiosincrasia de esa persona.

El abordaje terapéutico también puede ser respetuoso. Existen patologías agudas, cuadros muy floridos o exacerbados y emergencias vitales que para ser subsanados requieren, sin duda alguna, tratamientos más agresivos de actuación inmediata. Y esto es algo que he podido experimentar durante los años de trabajo en emergencias y ambulancias donde gracias al manejo de fármacos de acción potente y rápida, problemas de salud desde un broncoespasmo, un edema pulmonar o una arritmia, entre otros cientos de procesos, pueden ser estabilizados o resueltos.

Pero hay también otro tipo de patologías como pueden ser las mal llamadas “patologías banales” (ya que entiendo que un factor que altera la salud y el bienestar de una persona no es nunca banal) o ciertas patologías crónicas, que pueden beneficiarse de un enfoque terapéutico donde la inmediatez no es la protagonista, un enfoque más respetuoso con el organismo, dándole tiempo a recuperarse y adaptarse a la nueva situación. Sin requerir forzosamente, en ocasiones, un tratamiento farmacológico si no seguir unas pautas de ejercicio físico adaptado, alimentación saludable, reposo y  descanso, por ejemplo.

De esta manera, conociendo al ser humano que tengo enfrente, respetando la persona “que es” y respetando su organismo se consigue una práctica médica mucho más individualizada, personalizada y adaptada a las necesidades de las circunstancias por las que va atravesando a lo largo de su vida.

Poner en valor la opinión del paciente, una vez informado de los problemas de salud detectados y de las distintas posibilidades terapéuticas, es devolver a la persona las riendas de su salud, convertirlo en un elemento activo de ésta, el más importante, y hacerle saber que tiene a su disposición otra persona, en este caso él médico, para acompañarlo y asesorarlo en el camino hacia su bienestar físico, psíquico y emocional.

Esto es para mí la Medicina de Familia.

 

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